“Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo...” dice
la letra de una canción. Muy verdadero. Ese espacio quedara por siempre sin esa
persona, sin ese amigo, sin Alberto Badía, quien con sus palabras, con sus
afectos y sobre todo con su excelente predisposición para con el otro, de una u otra forma nos
llenaba el alma.
A través de los
receptores de radio y televisión, te hacías presente con la magia de los
duendes traviesos de la comunicación, para ser parte de quien escuchaba tú voz,
de quienes te conocieron personalmente y de los que te conocieron con los
medios de comunicación como intermediarios, como conductor radial y televisivo,
como comunicador. Fuiste más que eso.
Fuiste un maestro para
la sociedad. Enseñaste cultura, aconsejaste, brindaste a la sociedad tus
principios de persona de bien, que quedaran eternamente en la memoria de un país y de su pueblo.
Que tú deseo tu
predica, para con los demás, de tratar de ser cada día mejores personas; sin
egoísmo, sin odio, sin envidias, sin rencores, predicando sobre todo la buena
fe, la amistad, el cariño el amor el prójimo. Que esas palabras que sembraste
se hagan eco en cada persona y quiera el Dios eterno, que broten en esta
sociedad que tanto lo necesita.
Nos dejaste todo lo
mejor de ti, sobre todas las cosas tú humildad. Te llevas nuestra admiración y
nuestro respeto.
Que el eterno creador te entregue la corona
que te mereces, con esa música que tanto amabas.
Creo que no te has
ido, sólo estas de gira en busca de cosas nuevas en un mundo mejor.
Simplemente quien
mucho aprendió de ti.
Ruperto Huerta Plaza